A la dama le gusta la fruta verde

A la dama le gusta la fruta verde

Por Supervisora Enfurecida

@SupervisoraEnfu

A la matriarca de la familia le gusta la fruta poco hecha. Acaba de tomar la pera más verde del frutero e inicia una lucha sin cuartel para pelarla y trocearla. Y lo hace como es ella: con ganas, con coraje, elegante, serena. Tiene parkinson, es verdad, pero sigue siendo ella, empeñada, con arrojo, muy digna.

Y una de sus nueras la mira de reojo. El resto de la mesa está concentrado en discutir sobre si estas uvas son mejores o peores y en calibrar qué tamaño de cafetera hay que poner al fuego, que aquí no hay café de cápsula, y menos mal. Esa nuera es enfermera y tiene la coronaria a punto de salirse por la boca: está valorando si hay posibilidades de que el movimiento errático del cuchillo de sierra acabe pinchando la arteria cubital. Porque la arteria cubital está en trayectoria de colisión con la punta del instrumento. Y la pera está dura y resbaladiza con avaricia.

No es la primera vez, la duda está siempre ahí: ¿hasta dónde hay que quitarle los problemas de delante? ¿Cuándo hay que ayudarla a levantarse de la silla? ¿Y a colocarse la servilleta? ¿La dejamos luchando con la fruta? ¿En qué momento le invades la intimidad, la dignidad de su biografía? Ninguna enfermedad, ningún deterioro rompe tu biografía: aunque tú mismo no te recuerdes, estamos los demás, los profesionales de la salud, para preservar la libertad humana de ser.

Finalmente la nuera claudica a su propio estrés. Le quedará la duda de si era necesario hacerlo, pero sus coronarias derecha e izquierda gritan de alivio. Como quien no quiere la cosa le pregunta a la dama de la fruta verde si desea que se las entienda con la pera cabezona. Y la dama mira a la nuera, mira a la pera y le alarga el plato. La nuera, aferrada a la fruta y al cuchillo, farfulla algo de que la pera está dura como el demonio.

En el ínterin, el resto de la mesa decide que con la cafetera de 6 tazas será más que suficiente.

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