El coche de Kitty es para chicas

El otro día paseaba por un centro comercial de cuyo nombre me acuerdo pero no os voy a desvelar. Allí presencié la situación entre un padre y su hija e hijo que os cuento a continuación.

Caminaba cerca de una de esas zonas de cacharritos en las que se suben los niños y los padres se gastan los cuartos poniéndolos a funcionar. Aunque, la verdad, se suele ver mucho niño/a subido y pocos cacharritos funcionando.

La zona en cuestión tiene un helicóptero de rescate muy chulo, de colores azul y naranja. Al lado, un cochecito de Hello Kitty muy cuqui, todo rosita, con la propia Hello Kitty sentada en el asiento de copiloto.

A la zona se acercó un señor de estatura media, con algún que otro kilo de más, en pantalón tipo bermudas de color verde militar y camisa gris oscura ceñida que le marcaba bastante su única y gran abdominal. Un generoso tatuaje tribal adornaba su pantorrilla izquierda y el cabello rapado le servía para igualar las entradas prominentes en sus zonas frontal y parietal. Llevaba un bolsito negro colgado en bandolera.

El señor en cuestión venía acompañado de un niño de unos seis años y una niña de unos cuatro.

Observé que el niño se subió en el coche de Hello Kitty. Solamente había sitio para uno. La niña, en un primer momento resignada, se subió al helicóptero y empezó a mover los mandos.

De repente, el padre le espeta al hijo: “Manolito, deja a tu hermana en el coche de Kitty, que es para chicas, y súbete tú en el helicóptero, que es para chicos”. A lo que Manolito responde: “Papi, es que me gusta más el coche de Hello Kitty”.

El zasca aún lo estoy escuchando desde mi casa, mientras tecleo esta historia.

Y el alma en mis pies aún la estoy recogiendo después de oír el razonamiento del viril progenitor. Esos pequeños grandes detalles nos dejan ver que aún hay mucho, mucho camino por recorrer en cuanto a educación en igualdad y a erradicación del machismo en la sociedad se refiere. Si desde pequeños se les sigue enseñando que hay juguetes para “chicas” y juguetes para “chicos”, sin darles la oportunidad de elegir según sus gustos, mal vamos.

La historia no quedó ahí. Ante la respuesta de Manolito, el padre continuó: “Tu hermana se quiere montar en el coche de Kitty, así que te bajas ahora mismo y te montas en el helicóptero”. Le faltó añadir un “porque te lo digo yo y punto”.

El caso es que la hermana ya se había bajado del helicóptero y miraba al hermano esperando su momento para subir al coche de Kitty. Manolito, contrariado, bajó lentamente del vehículo “de chicas” y se dirigía al helicóptero “de chicos” como todo un machote… pero no se pudo montar. En esos segundos en los que el helicóptero había quedado sin piloto, otra niña ya se había hecho con los mandos e imaginaba que iba a rescatar a alguien perdido en una montaña muy muy lejana…

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