Un propósito para el 2019



Ya pasó la Navidad, ya pasó la Nochevieja. Ya se han ido los Reyes por el arenal y nos han dejado varias bolsas de buenos propósitos para el 2019 (y alguna plaza fija en el SAS, dicho sea de paso).



Las Redes Sociales se han estado llenando de perfiles anunciando a bombo y platillo cuál será su propósito principal durante este año recién llegado. En la mayoría de los casos, se quedará todo en un bonito y comercial juego de palabras para dar forma, quizás, a una marca personal; en otros, los menos, verdaderamente se dará cumplimiento fiel a ese propósito preestablecido.

Las enfermeras seguiremos debatiendo y arreglando el mundo desde el 2.0. Volveremos a leer las mismas y sempiternas conversaciones donde se suceden los “deberíamos hacer…”, “hay que elaborar un manifiesto para…”, “la solución está en…”, “tenemos que…”; todo en un intento por arreglar los problemas profesionales de nuestro colectivo.

Si la profesión enfermera fuera un árbol, los debates anteriormente mencionados servirían únicamente para evitar la caída de las hojas, o quizás para reforzar un poco las ramas. Pero todas sabemos que lo que sostiene y da alimento a un árbol son las raíces. Y, ¡Ay, enfermera!, pocos son los debates, y ya no digo acciones, que se centran en actuar sobre la raíz. Pocas son las personas que se deciden a mancharse los zuecos y las manos escarbando en las raíces.

Desde mi humilde punto de vista, y desde el punto de vista de otras personas tan poco cuerdas como yo, el problema base de la profesión radica en las instituciones que la representan. Si esa representación se ejerciera como Nightingale manda, otro gallo nos cantaría a las 300.000 enfermeras colegiadas españolas.

Turnos imposibles para conciliar la vida familiar, empleo precario, paro, carga asistencial inasumible, ratios elevadas que repercuten en la calidad de los cuidados, Bolsas de Empleo con baremos surrealistas, salarios poco dignos en la sanidad privada, especialidades por desarrollar, especialistas sin plaza, enfermería de práctica “aparcada”, Atención Primaria colapsada y denostada, puestos de gestión vetados a las enfermeras…

Como ya se dijo en la “I Acción Enfermera” del pasado 20 de enero de 2018, la solución a todos estos problemas de los que no nos cansamos de debatir en redes sociales y en el Office, pasa por una buena representación institucional de la profesión; pasa por que los Colegios de Enfermería a los que estamos obligadas a pertenecer para ejercer luchen verdaderamente por nosotras; pasa por que nuestros representantes dejen de mirar por sus intereses personales y pongan la vista en el bien común; pasa por que nos acerquemos a nuestros Colegios; pasa por que nos faciliten la participación; pasa por que no nos escamoteen procesos electorales limpios; pasa por que nos enseñen en qué invierten cada céntimo de nuestras cuotas sin que tengamos que acudir a los tribunales para ello…

El día en el que las enfermeras abramos los ojos y veamos el potencial de acción que tiene un Colegio de Enfermería y en cómo se está malgastando ese potencial; el día en el que empecemos a pedir explicaciones en lugar de mirar para otro lado al pagar la cuota; ese día podremos empezar a enderezar el árbol.

Mis zuecos están manchados de barro, de hecho, estoy de barro hasta las cejas. Lo mismito que mis compañeras y compañeros de la Junta de la Asociación Acción Enfermera. Tan de barro estamos manchadas que hasta tenemos en la mochila una demanda por parte de nuestros “compañeros enfermeros” del Consejo General de Enfermería.

Y volviendo a los buenos propósitos de los que hablaba al principio de esta parrafada, te voy a proponer uno para el 2019. Igual no luce tan bonito en tu Timeline ni te va a reportar tantos retuits o “me gusta” como otros más molones, pero ahí te lo dejo: hacerse socia/o de Acción Enfermera.



Si eres de las personas que tratan de hacer crecer el árbol desde las hojas, te animo a que no te andes por las ramas y bajes una temporada a la raíz. Hay barro para todas.

FELIZ 2019

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