El viaje sin retorno

Luis ha fallecido.
Había ido superando todas las complicaciones que le fueron surgiendo después de la cirugía, salvo una en forma de metástasis.
Volvió a casa para disfrutar de su gente hasta que llegara el desenlace que ni él ni su esposa querían aceptar.

Tras cada revés que le daba la enfermedad, con más fuerza se agarraba a la vida.
Con él y con su mujer lo hemos dado todo hasta el último momento. Todo el equipo, porque con Luis nos hemos tenido que arremangar enfermeras, TCAE, otorrinos, cirujanos, nutricionistas, fisios…

Y especialmente, en las últimas semanas, se empleó a fondo el Equipo de Cuidados Paliativos, ante el que me quito el sombrero una vez más.

El alta de Luis fue un proceso largo en el que siempre que conseguíamos atar un cabo se soltaba otro, hasta que finalmente se alinearon los astros y pudo marcharse a casa.

Luis tenía conmigo una sintonía especial. Él me hacía responsable directo de haberle salvado la vida una tarde en la que el olor metálico de su sangre había empezado a inundar la habitación.

Cuando me veía entrar se le iluminaba aquella mirada que la enfermedad le estaba apagando. Respiraba aliviado y me decía, susurrando, que ahora sabía que iba a pasar bien la tarde o la noche.
-Como con cualquier otra compañera, Luis, que aquí ya sabes cómo es el personal…

La mañana del alta a casa tuve la suerte de poder despedirme de él. Mientras le hablaba, mi voz se quebró un par de veces. El abrazo que le di es el que se le da a alguien a quien sabes que no volverás a ver…

Luis emprendió la otra mañana un viaje sin retorno a las urgencias, en un intento desesperado de su familia de retenerlo más tiempo en este mundo. Pero esta vez nadie pudo evitar que Luis volara lejos, muy lejos, para siempre…
Descanse en paz.

https://twitter.com/duemileurista/status/1542888472825962497?t=-9Cadec4IfwdSLLnvo3DnA&s=19

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